
Durante el transcurso del siglo XVI, en la región de Esmeraldas (costa norte de Ecuador) se asentaron dos cacicazgos dominados por afrodescendientes: los Arobe y los Illescas. Aunque no fueron las únicas comunidades de cimarrones existentes en los dominios americanos de la Monarquía, sí fueron de los pocos negros alzados que lograron sobrevivir «libres» y dominar extensos territorios gracias a la fusión ―unas veces cordial, otras violenta― con los indígenas de la región.