
Según los diversos testimonios de misioneros y soldados portugueses a los que se enfrentó a lo largo de casi 40 años, la reina Nzinga o Njinga Mbande de Angola (1581-1663) fue célebre por sus dotes como diplomática y gobernante, así como por ponerse al frente de sus ejércitos durante la batalla. A los europeos esto les fascinaba y atemorizaba a partes iguales, comparándola en cualidades con las legendarias reinas amazonas sobre las que habían leído e imaginado en sus clásicos.