
Alberto Henschel fue un fotógrafo de origen judío nacido en Berlín que en 1866 emigró a Brasil y, además de gran empresario del sector, llegó a convertirse en el retratista oficial de la casa imperial. Estas imágenes, tomadas en Recife y Salvador durante los años previos a la abolición de la esclavitud, suponen una importante contribución a la historia de la fotografía. Ahora pueden verse en color por vez primera gracias al minucioso trabajo de reconstrucción de la artista Marina Amaral.
Marina Amaral es una artista brasileña de 25 años que, de forma autodidacta, se dedica a colorear fotos antiguas para que, en sus palabras, «los personajes que aparecen en los libros de historia sean percibidos como personas». En 2018 se hizo conocida mundialmente por haber dado color a la sangre y las lágrimas de Czesława Kwoka, una muchacha polaca de 14 años víctima, entre otros muchos miles de prisioneros, de la brutalidad de los campos de concentración de Auschwitz. Su arte también nos permitió ver con más nitidez los rostros de los soldados que protagonizaron el Desembarco de Normandía.

Hace unas semanas, la artista comenzó a publicar en su cuenta de Instagram el proceso de reconstrucción de algunas de las fotografías de su nuevo proyecto, Esclavitud en Brasil, fruto del hallazgo de hasta 22 retratos inéditos realizados por Alberto Henschel en alta resolución que había logrado encontrar en una biblioteca de Berlín. El objetivo, como antes había hecho al tratar el Holocausto nazi, era crear conciencia y generar empatía entre el público ante fenómenos como la esclavitud, tan terribles y a la vez tan intangibles a los ojos de hoy día.

Las fotografías, realizadas por Henschel en Recife y Salvador alrededor de 1869, retratan a varias mujeres y hombres negros, tanto esclavos como libertos o nacidos de «viente libre». Sin embargo, las cartelas que les asignó el autor son muy escuetas («cafuza», «tipos negros»…) o directamente inexistentes. De modo que, al ver la enorme repercusión de los retratos que iba subiendo a la red, la artista decidió contactar con algunos expertos y autores brasileños para dar un mejor contexto a las fotografías. La idea principal era presentar, de forma accesible, la historia de Brasil a su público mayoritario (es decir, Europa y Estados Unidos). Los siguientes textos fueron publicados en inglés y portugués en el Instagram de Amaral (traducción propia).
Brasil fue el último país del mundo occidental en abolir la esclavitud, el 13 de mayo de 1888. Se estima que, durante todo ese tiempo, más de 4 millones de africanos fueron trasladados forzosamente al otro lado del Atlántico (el 40 % de los esclavos llegados a América), convirtiendo a Brasil en el país que más personas esclavizadas recibió entre los siglos XVI y XIX. La esclavitud no terminó legalmente en todo el país hasta 1888, cuando la princesa imperial Isabel promulgó en ausencia de su padre, a quien sustituía temporalmente como regente, la llamada Ley Áurea. Esta no contemplaba indemnizaciones de ningún tipo a los propietarios de mano de obra esclava.
Hasta comienzos de la década de 1850, la mayoría de los africanos que llegaban a Brasil eran embarcados a la fuerza desde los puertos de África Occidental, especialmente en Luanda (actual Angola). Durante los primeros 250 años tras la colonización del país, cerca del 70 % de la inmigración que llegaba a la colonia eran esclavos. Se estima que alrededor de 560 000 personas esclavizadas procedentes de África Central llegaron a Brasil solo durante el siglo XVII.
A lo largo de este tiempo, los esclavos fugados formaron comunidades que jugaron un importante papel en la zona. En Brasil, estos asentamientos eran llamados «quilombos», siendo el más famoso Quilombo dos Palmares, cuyo último líder guerrero fue el célebre Zumbi dos Palmares. Se estima que la población de Palmares en la década de 1690 fue de aproximadamente 11 000 habitantes. Aunque Palmares finalmente fue derrotado y sus habitantes se dispersaron por todo el territorio, este periodo formativo permitió la continuidad de las tradiciones africanas y ayudó a crear una cultura negra muy distintiva en Brasil. La mezcla de religiones africanas que sobrevivieron durante estos años ha dado lugar a una muy interesante diversidad cultural en Brasil. En Bahía, estatuas de Orishas (Orixás) rinden tributo a esta presencia única dentro del mayor estado afrobrasileño del país.
Las cosas cambiaron dramáticamente con el descubrimiento de oro y diamantes en las montañas de Minas Gerais en la década de 1690, debido a lo cual se transportaron aún más enormes cantidades de esclavos. Así, entre 1700 y 1800, casi 1.7 millones de esclavos fueron traídos a Brasil desde África. A la altura de 1819, la población de Brasil ascendía a 3.6 millones de personas; de estas, se calcula que al menos un tercio eran esclavos negros. Para 1825, la cifra ascendía al 56 %.
El proyecto de Marina Amaral pretende humanizar a los hombres y mujeres retratados en estas fotografías. Se trata de un intento de individualizarlos, de mostrar que fueron personas de carne y hueso, y no simples personajes impresos en un libro de historia. Cada rostro, que ahora podemos contemplar en color, arrastra una historia de sufrimiento, violencia, humillación… pero también de resiliencia y gran fuerza interior.

Las fotografías de la serie Esclavitud en Brasil están disponibles en la página web de la artista, libres de descarga y derechos para su uso con propósitos educativos.
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FUENTES:
- MORI, Letícia (2019): «Artista restaura cor de brasileiros fotografados às vésperas da aboliç». BBC News Brasil. o