El león de Juan de Austria, un vínculo más allá de la muerte

Detalle del león Austria en el retrato de don Juan en el Museo del Prado (1575)
La del león Austria es una de esas maravillosas «pequeñas» historias que te encuentras mientras andas investigando sobre otro tema y dejas en el cajón con la esperanza de poder contarla un día como se merece.
Alonso Sánchez Coello (c. 1560), Retrato de don Juan de Austria (Art Institute of Chicago)
Alonso Sánchez Coello (c. 1560), Retrato de don Juan de Austria, antes «Jeromín» (Art Institute of Chicago)

Pues bien, si alguna vez habéis tenido la oportunidad de visitar el monasterio del Escorial y bajar al Panteón de Reyes, seguramente os hayáis topado por el camino con una pequeña capilla donde reposa la efigie en mármol de un caballero de rostro delicado y sereno. Este no es otro que don Juan de Austria (1547-1578), hijo natural del emperador Carlos V con la cantante alemana Bárbara Blomberg, y medio hermano de Felipe II, bajo cuyo reinado se convirtió en un militar brillante a la cabeza de algunas de las campañas más laureadas de la Monarquía Hispánica en el Mediterráneo, como la batalla naval de Lepanto (1571).

Si nos fijamos con atención, daremos con varios detalles en la efigie que nos hablan de algunos episodios destacados de la vida del personaje. Vemos por ejemplo que va cubierto con una armadura damasquinada de estilo milanés a la que, sin embargo, le faltan los guanteletes, signo de que no murió en combate a pesar de dedicar la mayor parte de su vida al oficio de las armas (aunque sin duda tuvo varias aventuras amorosas, los «anillos» de sus manos no son el recuerdo de ninguna dama, como gustan de contar algunos guías, sino unas piezas que evitaban el roce del metal en las articulaciones de los dedos).

Detalle de la tumba de don Juan de Austria en el monasterio del Escorial (El Camino Español)
Detalle de la tumba de don Juan de Austria en el monasterio del Escorial (El Camino Español). El mausoleo fue diseñado a mediados del siglo XIX por Ponciano Ponzano y esculpido por Giuseppe Galeotti.

Efectivamente, tras toda una vida al frente de la soldadesca, don Juan se sumió en lo que parece ser una depresión (por la imposibilidad de contar con los medios suficientes para sofocar la rebelión en Flandes) mientras combatía en el sitio de Namur (actual Bélgica). Algo más tarde enferma de tifus, fiebres o bien afectado por la infección causada por una operación de almorranas fallida (adiós glamur), que acabó con su vida a los 31 años de edad. Fue embalsamado y sus restos depositados temporalmente en la catedral de Saint-Aubain, donde más tarde su cuerpo se dividió en tres partes para impedir que cayera en manos enemigas durante su traslado a España.

Pero, volviendo a la efigie, uno de los detalles más bonitos del conjunto diseñado por Ponciano Ponzano en 1864 es sin duda el león de actitud vigilante que aparece tumbado a sus pies. A primera vista, una pensaría que se trata de una simple alegoría (realeza, fortaleza o valor), a las que tan aficionados eran en una época en la que las imágenes aún tenían un innegable poder en materia de autorrepresentación. De hecho, los leones eran, o mejor dicho, habían sido, la perfecta encarnación de la autoridad regia desde aproximadamente el siglo XII, tras destronar al que hasta entonces había ostentado la corona del bestiario tradicional europeo, el oso pardo. De la Edad Media provenía también la costumbre de ubicarlos en mausoleos o tumbas, pues su origen oriental los vinculaba no solo a los reyes, sino que también ejercían como símbolo funerario.

Detalle del león (Rojo amanecer en Lepanto)
Detalle del león (Rojo amanecer en Lepanto)

Sin embargo, en este caso, y sin invalidar los significados anteriores, este león muy probablemente representa a uno de carne y hueso, muy apreciado por don Juan, que se convirtió en compañero inseparable del infante en sus campañas norteafricanas. Algunas fuentes dicen que el animal fue capturado en Túnez por el propio don Juan en persona, si bien lo más probable es que se tratara de un regalo del rey Muley Hamida a modo de obsequio o tributo. Se dice también que tan dedicado era el felino, y tan bien entrenado estaba, que dormía en la misma tienda de don Juan y este, además de imponerle el nombre de su dinastía, le dio el título de «capitán de su guardia».

Si hacemos caso a la anécdota recogida por el humanista y contemporáneo Luis Zapata de Chaves:

«Siempre estaba echado ante él y con la barba en tierra, le ponía el pie encima y, como un lebrel, agradecido a tal favor, coleaba; estaba a su comer a la mesa, y comía de lo que el señor don Juan le daba. Y en la galería, el esquife de ella era su morada, y cuando iba a caballo iba a su estribo, como un lacayo, y si a pie, detrás, como un paje. Y tal vez si se enojaba con alguno e iba a arremeter contra él, una voz de don Juan, diciéndole: «Austria, tate, para aquí» se ponía en paz y se iba a echar a su misma cama».

(Miscelánea o Varia Historia, finales del XVI)

Tras la campaña en el norte de África, se lo llevó consigo a Nápoles y, a partir de entonces, el propio infante fue apodado como el «Caballero del León» o el «León de los Austria». Poco después, sobre 1575, se hizo retratar con el fiel animal a sus pies en este cuadro perteneciente a las colecciones del Museo del Prado pero custodiado por Patrimonio Nacional en el monasterio del Escorial (exacto, el mismo que en un traslado por préstamo a una exposición del Rijksmuseum apareció en octubre del año pasado lamentablemente infestado por una colonia de hormigas voladoras).

Retrato anónimo (1575) de don Juan de Austria (Museo del Prado y Patrimonio Nacional)
Retrato anónimo (c. 1575) de don Juan de Austria (Museo del Prado y Patrimonio Nacional)

Poco más sabemos con certeza de este león que, sin duda, tan especial fue para don Juan, hasta el punto de hacerse, aun siglos después, acompañar por él en su viaje hacia la eternidad.

«Este hermoso y raro animal, partido el señor don Juan hacia Flandes, fueron tantos los gemidos y aullidos que dio, que puso a todos los de este reino gran maravilla y espanto, hasta que de pura tristeza de la ausencia de su amo, vino a acabarse».

(Miscelánea o Varia Historia, finales del XVI)

  • BIBLIOGRAFÍA:

—JORDAN GSCHWEND, Annemarie y PÉREZ DE TUDELA, Almudena (2007): «Renaissance menageries. Exotic animals and pets at the Habsburg courts in Iberia and Central Europe (pp. 419-47),» en ENENKEL, Karl A. E. y SMITH, Paul J. (eds.). Early Modern Zoology. The Construction of Animals in Science, Literature and Visual Arts. Leiden/Boston: Brill.

—MORALES MUÑIZ, Dolores C. (2012): «Leones y águilas. Política y sociedad medieval a través de los símbolos faunísticos (pp. 207-228),» en GARCÍA HUERTA, M.ª Rosario y RUIZ GÓMEZ, Francisco (dirs.). Animales simbólicos en la Historia. Desde la Protohistoria hasta el final de la Edad Media. Madrid: Síntesis.


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