Tsuchigumo, la gran araña «yōkai» del Desfile espectral japonés

Tsuchigumo y Minamoto Yorimitsu en combate
En 2018 se conmemora el 150 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y Japón y para celebrarlo se han ido programando diferentes eventos y actividades culturales durante todo el año, como el estupendo documental sobre la Embajada Keichō (1613-1620). En este contexto, la Fundación Japón y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando inauguraban a mediados de verano Yōkai: iconografía de lo fantástico, una muestra pionera en el marco expositivo español y tan cambiante como los propios monstruos que la habitan (desde el 21 de agosto algunas piezas se renovaron, de manera que había que asistir al menos dos veces para verla completa).

Sin embargo, una temática sigue invariable. El centro argumental de la exposición es el Hyakki Yagyo o Desfile nocturno de los cien demonios, ampliamente representado en los variados emaki (rollos ilustrados) que se exponen, la mayoría pertenecientes a los siglos XVIII y XIX. Pero el modelo más antiguo y «canónico» de todos ellos es el que actualmente sigue expuesto en el templo Shinju-an de Kioto, datado en el periodo Muromachi (1336-1573) y atribuido al artista cortesano Tosa Mitsunobu (1434-1525). Esta obra es la culminación de la iconografía tradicional de lo sobrenatural y sobre ella van a basarse (e innovar) todas las representaciones posteriores del fenómeno, desde las populares enciclopedias de monstruos del artista de ukiyo-e Toriyama Sekien (siglo XVIII) hasta los mangas, animes y videojuegos de nuestros días.

Emaki o rollo ilustrado del Desfile de los cien demonios (ss. XV-XVI)
Uno de los emaki o rollos ilustrados expuestos con la temática del Desfile nocturno de los cien demonios en la RABASF (EsJapón.com).

La leyenda sobre el Desfile nocturno de los cien demonios es uno de los cuentos más famosos del folclore japonés. Aparece por primera vez en un texto budista del siglo XIII, donde se narra la terrorífica noche de verano en que una legión de seres del inframundo salieron a la superficie y comenzaron a sembrar el caos en las calles de Kioto. Por eso, en los emaki del Hyakki Yagyo con frecuencia veremos el animado desfile de una enorme cantidad de extrañas criaturas, cada una de ellas representada con gran detalle, pertenecientes a los tres grandes «estamentos» de lo sobrenatural: oni (demonios), yōkai (monstruos) y tsukumogami (objetos animados con consciencia).

Este imaginario de lo demoniaco y lo grotesco termina perdiendo a lo largo del periodo Edo (1603-1868) ese elemento terrorífico para adquirir uno más cotidiano, afable y hasta humorístico. Una figura nos sorprendió en la exposición en particular, y es que probablemente no hay yōkai donde más se haga patente este proceso de «domesticación» como en tsuchigumo, la gran araña que antaño peleara contra míticos héroes y uno de los miembros más destacados del desfile o procesión espectral, junto al anciano Nurarihyon, a la manera de Diana u Odín en Occidente.

Tsuchigumo (Toriyama Sekien, s. XVIII)
Tsuchigumo en la famosa obra de Toriyama Sekien, El desfile ilustrado de la noche de cientos de demonios o Gazu Hyakki Yakō de 1781 (Wikimedia Commons).

Pero antes de nada… ¿qué son exactamente los yōkai? Podemos empezar a hablar de yōkai aproximadamente desde el siglo X, donde la palabra comienza a usarse en muchos textos medievales japoneses. Está formada por Yo-kai, dos caracteres que vienen a significar algo extraño, sobrenatural o fuera de lo cotidiano. Según los expertos, no hay nadie que acuñe el término, sino que surge enteramente de la imaginación popular, nacido quizá del temor a los dioses y a los fenómenos incontrolables de la Naturaleza. También hay que decir que pese a su aspecto intimidante, no todos son necesariamente malignos. Y es que los yōkai suelen presentar rasgos animales, vegetales u antropomorfos, de modo que más que espectros o fantasmas se trata más bien de monstruos, es decir, animales, plantas o personas comunes que por la razón que sea han sufrido algún tipo de malformación o alteración sobrenatural.

Este es claramente el caso de las tsuchigumo, que vendrían a ser una especie de «arañas de tierra» especialmente longevas y, en consecuencia, de enormes dimensiones (no deben confundirse con las jorōgumo, mujeres araña que tratan de seducir a los hombres con sus mortales encantos). Su enorme tamaño y ferocidad no es lo único que tiene en común con otras arañas míticas y literarias como Aracne, Anansi o ciertos «célebres» vástagos de Ungoliant. Tsuchigumo es la enemiga por antonomasia de grandes héroes como Minamoto «Raikō» Yorimitsu (948-1021), al que, según diversas versiones, trata astutamente de asesinar, engañar o engatusar de diferentes formas. En una de las más famosas, como la que se refleja en el Tsuchigumo sōshi (ss. XIII-XIV), Raikō y su compañero Watanabe no Tsuna (953–1025), líder de los shitennō o cuatro guardianes celestiales, se adentran durante uno de sus viajes en una mansión encantada cuya anfitriona no es otra que una tsuchigumo disfrazada. Otras veces el enfrentamiento con el monstruo tiene lugar en campo abierto, en una oscura caverna o hasta en la propia residencia de Raikō.

Tsuchigumo soshi (s. XIV)
Escena del Tsuchigumo sōshi (ss. XIII-XIV): Tsuchigumo, vencida por Minamoto Yorimitsu y su séquito. Una vez muerta y disipado el encantamiento, encuentran una gran cantidad de cráneos humanos en su interior (Wikimedia Commons).

Hay, no obstante, una segunda y muy curiosa acepción de la palabra tsuchigumo. Si damos crédito al erudito Motoori Norinaga (1730-1801), el término comenzó usándose en el Japón antiguo para nombrar despectivamente a una serie de clanes aborígenes contrarios a aceptar la autoridad del emperador. En este sentido, algunos historiadores y antropólogos han querido ver en este yōkai un símbolo de caos y de protesta ante el poder, semejante al papel que en Occidente tenía en la misma época la hidra del pueblo (many-headed hydra) contra un «civilizador» Hércules.

Volvamos pues de nuevo a la exposición de la RABASF para centrarnos en su pieza n.º 13: la ilustración impresa policromada (nishiki-e) que el artista Utagawa Kuniyoshi (1798-1861) publicó con peligrosas consecuencias en 1843. A simple vista, en este tríptico se representa la leyenda de tsuchigumo y Raikō a la que antes hacíamos referencia, con ciertas modificaciones: custodiado por sus cuatro guardianes, el héroe aparece dormido a la derecha mientras tsuchigumo hace su aparición envolviéndolos en turbulentas visiones de yōkai. Esta obra, que corrió como la pólvora a lo largo y ancho del país, fue interpretada como una mirada satírica a los años de la Reforma Tenpō (1842) por el pueblo descontento con tales medidas. Así, en la ilustración el héroe Raikō representaría al shōgun Tokugawa Ieyoshi, mientras que los guardianes vendrían a encarnar a cuatro de sus ministros más cercanos. En tsuchigumo y los yōkai de la parte superior se ha querido ver al pueblo llano, sufridor de las consecuencias de la dicha Reforma Tempō, descargando su rencor contra sus gobernantes.

Tríptico impreso de Utagawa Kuniyoshi (1843): Tsuchigumo en los aposentos de Minamoto Yorimitsu
Kuniyoshi, Imagen de las alucinaciones de yōkai producidas por  la Tsuchigumo en los aposentos de Minamoto Yorimitsu (1843)

Y es que si bien no hay pruebas sólidas de que el autor ejecutara su obra con una clara intencionalidad de protesta contra el Gobierno, la gente que lo veía y compraba (este tipo de pasquines eran muy populares y asequibles económicamente hablando) lo interpretó claramente como tal. Desde el poder también: desde el siglo XVII el shogunato Tokugawa había instaurado un complejo sistema de censura que en el ámbito artístico, por ejemplo, prohibía la representación de periodos políticos anteriores. Y era bien sabido que los ukiyo-e no eran solo una forma de entretenimiento, sino que configuraban la realidad social y política al ser capaces de dar lugar a determinados comentarios y actuaciones en las calles. De modo que las planchas de madera con el diseño de Kuniyoshi fueron confiscadas y este invitado «cordialmente» a hacer modificaciones sobre su obra. Pero ya era tarde: las impresiones circulaban a gran velocidad a lo largo y ancho del país.

COMILLASNuestro reino es un país sublime. Los dioses lo protegen, y el emperador lo gobierna con la ayuda de sus súbditos. Yo soy súbdito y nieto de príncipe… Pero cuando miro a esta criatura, solo veo una bestia. Las bestias llevan el país al desastre y son los enemigos de cualquier persona. Yo soy un guerrero que ha jurado proteger al emperador y a sus compatriotas, con el compromiso de ayudarle a gobernar el país. ¿Cómo podéis desobedecer? Minamoto Raikō Yorimitsu

Si te ha gustado el artículo y te apetece compartirlo, ¡no olvides citarnos! Puedes hacerlo así: RODRÍGUEZ ALCAIDE, Iris, “Tsuchigumo, la gran araña yōkai del Desfile espectral japonés.” en El coloquio de los perros (blog). Publicación: 02/09/2018. Consulta: [insertar fecha]

  • Bibliografía y enlaces:

—Folleto de la exposición Yōkai: iconografía de lo fantástico (2018).

—COSTA, Jordi (2018). «La monstruosidad como una de las bellas artes». El País.

—NICOLAE, Raluca (2015). «Shaping Darkness in hyakki yagyō emaki». Asian Studies, 3 (1): pp. 9-27.

—LINEBAUGH, Peter y REDIKER, Marcus (2005). La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico. Barcelona: Crítica.

—REIDER, Noriko T. (2016). Seven Demon Stories from Medieval Japan. University Press of Colorado.

—REIDER, Noriko T. (2013). «Tsuchigumo sōshi. The Emergence of a Shape-Shifting Killer Female Spider». Asian Ethnology, 72 (1): pp. 55–83.

—TAKEUCHI, Melinda (1987). «Kuniyoshi’s Minamoto Raikō and the Earth Spider: Demons and Protest in Late Tokugawa Japan». Ars Orientalis, 17: pp. 5-38.

minamoto

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